martes, 29 de noviembre de 2011

El XIII Trabajo de Hércules. "El Ave Fénix", por Rubén Puértolas

Siguiendo con las entradas en las que publicamos ejercicios de redacción o escritura creativa, llevados a cabo en las aulas de Lengua Castellana y Literatura o Taller de Lengua, hoy os ofrecemos el texto de Rubén Puértolas (de 1º A de ESO), en el que nos cuenta el que considera el trabajo decimotercero de Hércules, ampliando así, de manera original, la lista de sus doce míticos trabajos.
No dejéis de calificarlo y, si lo deseáis, aportad vuestros comentarios.
Os recordamos también que, si queréis publicar vuestros escritos en este blog, además de contar con la aprobación de vuestra profesora o profesor (que os lo habrá comunicado en clase), necesitamos que nos proporcionéis el texto en formato digital.

-Tu decimotercer trabajo consistirá en derrotar al ave Fénix‒ le dijo Euristeo a Hércules.
El ave Fénix era un ave del tamaño de un águila, de plumaje rojo anaranjado y amarillo chillón. Tenía unas afiladas garras, al igual que el pico. Estaba cubierto de fuego, y se consumía cada 500 años, para luego, renacer de sus cenizas.
Un poco más tarde de que Euristeo le dijese su próximo trabajo, Hércules partió hacia Egipto, que era allí donde residía el ave Fénix. Cuando llegó, se oculto tras unos arbustos y esperó casi cuatro horas, hasta que al final, una gran bola de fuego, que más tarde identificó como el ave Fénix, sobrevoló su cabeza.
Hércules probó a lanzarle varias flechas, pero no le hicieron nada porque, antes de tocarle, ardieron rápidamente gracias al fuego del Fénix, y se convirtieron en ceniza. Lo único que consiguió fue llamar su atención. El ave se dirigió a Hércules, dispuesto a matarlo con su pico y sus garras, para después quemarlo con sus llamas. Cuando el ave fue a coger impulso, Hércules pensó la manera de evitar el ataque, y derrotar al ave. La primera embestida la consiguió esquivar, pero a la segunda, Hércules se hundió en un pequeño estanque y, cuando el ave fue a por él, se topó con el agua, y el fuego se apagó, convirtiéndolo en ceniza.
Como iba a renacer dentro de poco, Hércules enterró las cenizas en el fondo del pequeño estanque, para que no pudiesen volver a encenderse, y así, que no renaciese.
Cuando Hércules regresó a Micenas, el Rey Euristeo se desmayó, tan sorprendido que estaba, de que Hércules hubiese realizado todos sus trabajos.

Rubén Puértolas
Curso 2011-2012
1ºA ESO

1 comentario:

Emilia dijo...

Es muy interesante el lia:resumen, tiene muchos detalles. Me gusta mucho.